Torcedores de gran altura
El club de fumadores Pasión Habanos organizó un evento especial para sus socios: una jornada formativa para aprender a torcer un cigarro. Cerca de una veintena de personas pudieron disfrutar de la clase magistral impartida por Dariel Regal, experto torcedor de Habanos.
Durante algo más de una hora, la azotea del Hotel Silken Puerta América se convirtió en una improvisada galera de torcido, con unas vistas inmejorables de la ciudad de Madrid, donde el maestro de ceremonias habitual del Club Pasión Habanos, José Andrés Colmena, National Brand Ambassador de Habanos, presentó este evento formativo.
Tras las palabras de bienvenida, José Andrés Colmena introdujo al encargado de dirigir la galera de torcido: Dariel Regal. Dariel, con tan sólo 28 años, forma parte de los expertos torcedores de Habanos en Cuba. De hecho, es uno de los mayores conocedores sobre el torcido de cigarros, ya que ostenta el nivel nueve dentro de esta categoría.
Cada uno de los participantes, sentados en hilera como en las galeras, dispuso de un kit básico para torcedores compuesto de un mandil, una tabla para apoyar las hojas de tabaco, una chaveta para realizar los cortes, tragacanto, dos hojas de piloto seco, una de volado, piloto ligero y un capote, todo ello de la variedad criollo cubano, y la capa perteneciente a la variedad corojo cubano.
Antes de comenzar, Dariel hizo hincapié en que lo más importante a la hora de rolar un cigarro era la actitud, cualidad que derrochaban todos y cada uno de los asistentes a la clase magistral. Acto seguido, comenzaron a formar la tripa con las dos hojas de piloto seco, volado y piloto ligero mientras el maestro torcedor explicaba las cualidades de cada una de las hojas.
Tras un alarde de gran pericia, los participantes elaboraron la tripa o bonche y pasaron aenvolverlo primero con el capote y luego con la capa de corojo cubano. Este proceso, que suele ser complejo de por sí, tuvo una dificultad extra, y es que las altas temperaturas y la inexistente humedad de la capital supusieron un hándicap que afectó a la elasticidad de la hoja.
Finalmente, y con mayor o menor fortuna, cada uno de los alumnos posó orgulloso con su cigarro recién torcido y, a pesar de que el objetivo era elaborar un robusto, la creatividad dio paso a todo tipo de vitolas, muchas de ellas aún por descubrir. Acto seguido y para no perder las buenas costumbres, se degustó el cigarro Bolívar Royal Coronas acompañado de un aperitivo.